Iggy Pop: un símbolo de rebeldía
No se trata de música. Iggy Pop, un loco de 59 años que podría ser el padre de todos los jóvenes que lo fuimos a ver, convocó a 15.000 personas bajo la lluvia en el Club Ciudad de Buenos Aires. Después de los shows de Massacre y Los Natas, cerró el día dos del festival Pepsi Music 2006, con mucha fuerza y clase.
Junto a Mike Watt -de la banda Minutemen- en el bajo, Steve MacKay en algunos temas en el saxo y los clásicos hermanos Ron Asheton en la guitarra y Scott Asheton en la batería, Iggy no tocó ningún tema solista. La mayoría de los presentes no conocía las letras de las canciones de The Stooges, sin embargo, deliraba, gritaba y saltaba al ritmo del más crudo hard rock de fines de los
Demostrando que es un símbolo de descontrol y rebeldía, en el primer tema, Iggy se subió al amplificador del bajo de Mike Watt, para moverse sobre él como un reptil endiablado. En medio de la furia, desconectó el instrumento de su compañero. Watt, acostumbrado a los desmanes de la estrella, no se alteró. Esperó pacientemente a que Iggy se bajara del equipo unos segundos después, para encenderlo nuevamente y que los graves volvieran a sonar.Al término de la segunda canción, el cantante comenzó a darle sentido a la convocatoria. Nos saludó a todos e hizo la clásica referencia al lugar en el que está tocando, al decir en inglés “Hola Buenos y mal nacidos Aires”. Fue el primer paso para demostrar que saltaría, bailaría bajo la lluvia, se desnudaría e insultaría a quien le diese la gana.
Durante el show, enloquecido, Iggy saltó dos veces del escenario para ser recibido por su público. Si podía hacía smosh y, sino, se sentía dios ante la locura de la gente que se pisoteaba para poder tocarlo. Además se desnudó tres veces, en el frío de la noche porteña.
Cuando la banda interpretó su hit “No fun” de su primer disco -editado en 1969- ocurrió algo que es clásico en los recitales de The Stooges desde que volvieron a reunirse en 2003: Iggy hizo subir a unos veinte fanáticos al escenario antes de iniciar el tema. Un fan, al advertir que no podría ser de los afortunados que estuvieron con el ídolo en escena, gritó desesperado: “¡No puede ser! ¡Lo pueden tocar a Iggy!”.Luego de terminar la canción,
A pesar de que la música de The Stooges es sucia, que el ensamble es desprolijo y que el sonido no es precisamente de conservatorio, el mensaje del ídolo es claro: “Olvídense de la televisión, olvídense del dinero, olvídense del gobierno: esto es sólo por la música”. Lo que Iggy parece no advertir, es que quizás para él sea la música, pero para el público todo podría ser por él.Iggy Pop es, sin dudas, un gran ejemplo de liderazgo y egolatría. Un verdadero showman que acapara adhesiones porque es capaz de hacer lo que todos los que lo fuimos a ver desearíamos llevar a cabo, pero no nos animamos. Se trató, nada más y nada menos, que de una noche plagada de jóvenes que nos reunimos para ver a alguien que hace lo que quiere. Eso es un verdadero símbolo de rebeldía.













