12 noviembre 2006

¿Qué le hace a la mancha un tigre más?

El fútbol está en llamasNo sorprende que en la Argentina todo esté dado vuelta. El fútbol es uno de los negocios más grandes en el mundo actual y, particularmente en nuestro país, maneja muchísimo dinero. De espectáculo deportivo le queda poco, porque todo lo que en la actualidad pueda convertirse en un negocio millonario, deja de ser lo que es. Inclusive resigna su propio espíritu: el espíritu deportivo, en este caso.

La vergüenza nunca es suficiente para detener el negocio. El partido entre Gimnasia y Esgrima La Plata y Boca Júniors es un pequeño ejemplo más. El local ganaba 1 a 0 en el primer tiempo y el partido fue suspendido a causa de que el presidente del club, Juan José Muñoz, habría amenazado al árbitro Daniel Jiménez por haber sancionado a varios jugadores de su equipo correctamente con amonestaciones. Por cierto, la justicia dio al dirigente por sobreseído, ya que el árbitro nunca se presentó para ratificar su denuncia cuando fue citado. Casualmente, su enojo se diluyó y decidió no continuar apoyando el reclamo que amenazó contra su integridad y puso en jaque la ética de su profesión.

El partido nunca debió continuar. Un hecho semejante debería penarse con la suspensión del partido, ya que se trata de una amenaza innegable. Eso es corrupción por parte de un representante del club, el más importante hombre del “Lobo”. Por lo tanto, Gimnasia debería haber pagado perdiendo el partido para evitar que estos hechos se repitan.

Sin embargo, la vergüenza puede ser mayor. A la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) no le interesa que estos hechos no se repitan. Es ella misma la que se encarga permanentemente de regular la corrupción, ensuciando el espectáculo. ¿Cómo lo hace? Presiona a los árbitros para favorecer a ciertos equipos, negocia con los dirigentes de los clubes para que cedan ciertos partidos a cambio de otros beneficios y sanciona a los jugadores, estados y dirigentes de manera desigual.


Se perdió el espíritu deportivo, los goles ya no cuentanEl problema es que los dirigentes y los jugadores también son cómplices de la corrupción, entonces ¿Qué es lo que vamos a ver a la cancha? ¿De qué somos cómplices y partícipes? El camino para detener esta inminente estafa es dejar de apoyarla. Si los hinchas no van a los estadios y no ven los partidos por televisión, el negocio se termina. Ese es el poder que tenemos todos para detener la estafa.

Cuando finalmente se jugó el segundo tiempo del partido, casi dos meses después, Boca estaba peleando el campeonato con Estudiantes de La Plata, el eterno rival de Gimnasia. Los barrabravas del “Lobo” demostraron que la seguridad no existe y que hay impunidad para imponer la fuerza: fueron a la concentración y amenazaron a los jugadores de su equipo, ordenándoles que pierdan el partido para que Estudiantes no pueda ganar el torneo.

Si no hay voluntad política para detener esto, los jugadores de Gimnasia deberían no haberse presentado a jugar el partido. Sin embargo, lo hicieron y acabaron perdiendo por 4 a 1. Al jugar, legitimaron la intimación de sus barrabravas y les adjudicaron el derecho de ejercer presión sobre ellos. El pedido atentaba contra la ética deportiva: el espectáculo fue un fiasco porque los jugadores de Gimnasia fueron intimados por sus propios hinchas a jugar contra el orgullo del club.

Si Gimnasia hubiera ganado, sin dudas estaríamos hablando de que River Plate, el tercer equipo que disputa el título, podría haber incentivado a los jugadores para que le ganaran a Boca. Las sospechas tienen lugar porque es evidente que el juego no es limpio y que hace años se ha perdido la ética y el orgullo deportivos. La televisión y los periodistas tampoco denuncian algo que es inminente, porque se ve y se siente en cada partido. No lo hacen, porque forman parte del negocio y son reyes de la complicidad.


El fútbol se lleva por delante a la genteEl problema es grave. Si los propios hinchas no entienden que lo que hicieron perjudica a Gimnasia, el fútbol nunca va a dejar de ser una vergüenza. Si el año que viene, es su equipo el que tiene posibilidades de ganar el título, Estudiantes va hacer todo lo posible por evitarlo del mismo modo que el “Lobo” lo hizo: desprestigiando su propio orgullo y entregando los puntos a quién dispute el título con el equipo rival.

Así la historia nunca tendrá final. El fútbol ya no es un espectáculo, es una estafa. Si los espectadores no detienen esto nadie lo hará, porque hace tiempo que los jugadores también son cómplices. Los ejemplos de esto son innumerables y Gimnasia-Boca es sólo un grano de arena más en el inmenso desierto.

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